miércoles, 2 de noviembre de 2016

Un café.

Este es mi segundo relato, casi terminado in extremis, para participar en el concurso de Zenda Libros, #historiasdemiedo. Espero que os guste.




          Sólo quería un café, nada más, no sabía por qué, pero NECESITABA ese café. Y todo se complicó.

          Si hubiese tomado ese maldito café en casa, no habría ocurrido nada de lo que ocurrió, pero ahí estaba, con los pies y las manos atados a la camilla, esperando a que la inyección letal hiciese justicia, o al menos que cumpliese ese concepto de justicia que tienen los Texanos, pues como le decía su profesor de Derecho Penal, la justicia no deja de ser un invento del hombre, y como tal, muchas veces es injusta.

          Tras más de cinco años en el corredor de la muerte, había agotado el miedo, ya no le quedaba. Ahora sentía alivio, pero antes había pasado por un abanico de sensaciones de lo más variopintas: desesperación, ira, resignación, desesperanza, tristeza, alegría  y miedo, mucho miedo. Pero nunca sintió miedo a la muerte, pues llevaba muchos años coqueteando con ella, hasta que esa fatídica mañana, cuando parecía que había encauzado su vida, encontró la senda que acabaría en unos segundos, cuando el cóctel mortal de tiopental sódico, bromuro de pancuronio y cloruro de potasio, que poco a poco avanzaba hacia su cuerpo, hiciese su trabajo. Sentía miedo de no saber qué había ocurrido.

          En la soledad de su celda,  perdió la cuenta de las veces que reconstruyó lo sucedido, y en todas ellas, en su mente aparecía una laguna borrosa que no lograba reconstruir.

          Se veía entrando en el bar horas antes del amanecer, con la intención de tomarse el café que necesitaba para comenzar la jornada, recordaba los ojos del camarero clavándose en los suyos, y a partir de ahí todo se volvía negro. Después, el recuerdo de su mano ensangrentada alrededor del cuchillo, mientras la otra sujetaba los ojos que segundos antes pertenecían al camarero.

          No consiguió recordar nada durante la fase de instrucción, y mucho menos durante la vista oral, pero las pruebas eran irrefutables, y su defensa nada pudo hacer, pues el alegato de trastorno mental transitorio no fue aceptado como atenuante .

          Una veintena de testigos vieron como se abalanzó sobre el hombre tras el mostrador, y de un certero movimiento le sacó los ojos.

          Ahora, mientras el líquido letal invadía su cuerpo, volvió a intentar recordar.

          El tiopental sódico hizo que perdiese el conocimiento, y nada más sumirse en su último sueño, volvió a ver esos ojos, pero esta vez los vio con vida, a través de la grabación que emitía en bucle aquel monitor de televisión de la pequeña sala en la que había pasado encerrada dos semanas antes del incidente, en esa pequeña sala donde un hombre sin rostro la había estado lavando el cerebro, grabando una y otra vez las instrucciones que debía seguir.

          Mientras el bromuro de pancuronio paralizaba su diafragma, recordó como el hombre sin rostro puso el cuchillo en su mano antes de bajarse del coche y volvió a repetirle las instrucciones: “Sácale los ojos”.

          Se vio a si misma bajando del coche y entrar en el bar. Se dirigió a la barra y miró fijamente al camarero, quien quedó prendado de su belleza. Sin darle tiempo a reaccionar, saltó sobre él cuchillo en mano y con un rápido movimiento cumplió su encargo.

          Quiso gritar, pero no pudo, y el cloruro de potasio paró su corazón.


          Volvió a sentir miedo, hasta que dejó de sentir.

domingo, 30 de octubre de 2016

¿Truco o trato?


          Soltó un suspiro mientras contemplaba las polvorientas condecoraciones que colmaban la vieja estantería de roble. Recuerdos de otro tiempo, en el que vivir no se había convertido en una condena, y en los que la tristeza que sentía en esos momentos era algo impensable.

          Una vida llena de ilusiones, proyectos y esperanza, que se fueron al traste de la manera más estúpida.

          Cerró los ojos, apretando los párpados con fuerza, como queriendo borrar ese recuerdo que le atenazaba el alma, ese martilleo constante en la conciencia que no le dejaba vivir en paz.

          Había participado en cientos de misiones, y había apretado el gatillo miles de veces, cercenando vidas sin sentir el más mínimo remordimiento, pero aquella noche fue distinto.

          Apostado en la azotea de uno de los numerosos rascacielos que poblaban Washington DC, observaba al objetivo que la CIA llevaba varios meses vigilando, a través de la mira telescópica de su rifle, esperando el momento oportuno para apretar el gatillo, tal y como llevaba haciendo toda la vida.

          Y eso fue lo que hizo, controló la respiración, bajó su ritmo cardiaco y entre dos latidos apretó el gatillo, pero algo falló.

          A través del objetivo vio como la cabeza del  objetivo seguía intacta, entre una nube de sangre y polvo de hueso que dejó a su paso aquella maldita bala.

          Inmediatamente fue consciente de lo que había ocurrido, pues clavó su mirada en los ojos sorprendidos del pequeño que se encontraba en esos momentos entre él y el objetivo.

          Unos enormes ojos negros que poco a poco se fueron alejando mientras el cuerpo al que la vida abandonaba sin remedio, caía empujado por la fuerza del impacto.

          Los caramelos que contenía la calabaza de plástico que aún sujetaba con fuerza, salieron disparados en todas direcciones.

          Se aclaró las lágrimas con el dorso de su mano libre, y volvió a suspirar.

          Nada volvió a ser lo mismo desde entonces. Su conciencia pudo con él, y se abandonó al alcohol. El alcohol hizo el resto, consiguiendo que todos le abandonasen a él.

          Pero algo más cambió, pues las visitas del pequeño Danny se fueron sucediendo a lo largo de los años, coincidiendo con la noche de Halloween.

          Esa noche no era una excepción, y él lo sabía, lo esperaba, casi lo ansiaba.

          Cuando el reloj dio las doce, apareció de nuevo la figura del pequeño vestido de Spiderman, con esos ojos negros que se clavaban en lo más profundo del alma del viejo francotirador.

          Nunca había dicho nada, y esa noche tampoco lo hizo, simplemente se quedó de pie, mirándole fijamente.

          Lejos de sentir miedo, esta vez le sostuvo la mirada.

          -Lo siento.

          Levantó la pistola, la puso en su sien y disparó.

          Fue consciente de como perdía el control de su cuerpo, mientras seguía de pie mirando esos intensos ojos negros, que le contemplaban impasibles, sin expresar ningún sentimiento.

          Como si flotase, cayó de rodillas, quedando su cabeza a la altura de la del pequeño, quién levantó la mano en la que portaba la calabaza repleta de caramelos.

          -¿Truco o trato?.

          El viejo francotirador sonrió.

          Entonces todo se volvió negro y sintió alivio.

          El pequeño Danny sonrió y desapareció como había aparecido.


miércoles, 27 de julio de 2016

Apocalipsis.



          Todo está en silencio.

          No se escucha nada y todo está quieto, inmóvil, como si la tierra estuviera conteniendo el  aliento.

          Bajo la atenta mirada de farolas y semáforos de enormes ojos apagados, las vacías calles muestran un panorama desolador.

          Todo terminó  aquel fatídico 29 de julio del año 2016, cuando el sol se apagó de repente y la luna se tiñó de sangre. Cuando los vivos murieron y cuando comenzó el fin.

          El planeta entero se sumió en el más absoluto silencio y todo quedó en una angustiosa calma, incluso el mar, que instantes antes azotó las costas con violencia, de repente paró de moverse y el viento dejó de soplar, haciendo que todas las partículas en suspensión que se mecían en sus brazos cayeran, cubriendo todo con un fantasmagórico velo.

          Los niños, que minutos antes disfrutaban de un refrescante baño en las piscinas de la ciudad, yacían flotando inertes con sus ojos apagados fijos en la negrura infinita, al igual que aquellos a los que la muerte les sorprendió en el andén de la estación, condenándolos a esperar eternamente ese tren que nunca llegaría, y que jamás les llevaría de vuelta al hogar.

          Sorprendió a todo el mundo, pues nadie se lo esperaba pese a las advertencias. Todo el mundo creía que era otra profecía alarmista más, y desconocían hasta qué punto esta era la verdadera.

          Nadie vio nada, y ninguno de ellos sintió cómo se apagaba el planeta, y para cuando quisieron darse cuenta de lo que ocurría, sólo unos pocos fueron conscientes de qué significaba ese pitido en sus oídos y la visión borrosa instantes antes de caer fulminados.

          La atmósfera se tornó venenosa y acabó con toda la vida del planeta tan rápido como había llegado. Todo animal, vegetal, hongo, bacteria, e incluso los virus, sucumbieron.

          Todo terminó.

          El mundo había muerto, quedando como un cementerio, repleto de cuerpos sin vida, de absurdas guerras sin terminar, de promesas de amor eterno despedazadas de forma prematura, y de planes desbaratados.

          Comienzan a brillar unas intensas luces en el cielo, cuando de la nada surgen unas gigantescas esferas de un rojo brillante, casi cegador.

          En cada parte del mundo ocurre lo mismo, y millones de esferas tocan el suelo de forma simultánea, seguidas de sordas explosiones que lo arrasan todo a su paso, evaporando el agua del planeta, dejando un inmenso desierto carbonizado bajo un cegador cielo blanco.

          De nuevo una gigantesca esfera aparece en el cielo, esta vez blanca, mucho más grande que las anteriores. De su interior surge una misteriosa figura vestida con un uniforme militar y una máscara de gas cubriéndole el rostro, sujetando varios aparatos de medida.

          Comienza a tomar muestras del suelo, y con un medidor comprueba el estado de la atmósfera.

          Satisfecho se quita la máscara de gas y el casco protector, y respira hondo.

          Pulsa un botón del intercomunicador que lleva puesto en su oreja izquierda, indicándole a su Comandante que los parámetros son correctos,  y que el Apocalipsis 2.0 ha sido un éxito. Recomienda iniciar el programa Planeta Tierra 3.0 sin la presencia de seres humanos, pues acortan la vida útil del programa.

          Tras unos instantes, asiente con la cabeza, se agacha y planta una semilla en el suelo, y al igual que apareció, desaparece.

martes, 26 de julio de 2016

Inspiración.



         El estruendo de los aviones al pasar, agita los cristales a mi espalda mientras vuelvo a intentar escribir. Aquí sentado en la sala VIP de la terminal internacional, cuando apenas quedan un par de horas para embarcar y parecía que la inspiración había vuelto, trato de añadir un par de páginas más a mi novela, con la frustración como única compañía

          Sumido en mis pensamientos, las personas que me rodean no son más que figuras difusas en un mundo gris.

          Alzo la vista intentando enfocar mis pensamientos y frenar el vertiginoso ir y venir de ideas, pero lo único que consigo es que vuelvan a palpitarme las sienes con ese martilleo acompasado que me ha estado acompañando durante los últimos meses, desde que ella se fue para siempre.

          El tiempo parece detenerse. Todo comienza a moverse despacio, muy despacio. Todo excepto los recuerdos que vuelven a mi como si de una pesadilla recurrente se tratase.

          Sangre, gritos, dolor…y de repente silencio.

          Todo está en silencio. Un silencio ajeno al bullicio de la sala de embarque, al sonido de los motores de los aviones, y al del acompasado taconeo de las azafatas que se aproximan por el pasillo.

          Un silencio ficticio, como un presagio de la tormenta que se aproxima tras una calma insoportable, asfixiante, estremecedora.

          Todo a mi alrededor va cada vez más despacio hasta detenerse.

          Ya no puedo más. Lleno mis pulmones de aire e intento gritar con todas mis fuerzas, pues necesito liberarme.

          Silencio.

          Todo sigue en silencio, todo parece flotar ante el paso del tiempo, que se ha detenido.

          Soy consciente de que estoy soñando y se lo que ocurrirá cuando despierte del trance.

          Así que decido despertar.

          Estoy de pie en lo más alto de la torre del centenario campanario que tantas historias ha podido observar desde su posición majestuosa. Ese campanario que ha visto a tantos nacer y a tantos morir. 
          
          Ese campanario que ahora me acerca un poco más a Ella.

          Ella brilla entre las nubes, bañando con su luz todo lo que tengo ante mis ojos, aunque ahora mismo los tenga clavados en su hipnótica belleza.

          No puedo apartar la vista. Me queman los ojos y siento como el pulso se me acelera. Mi verdadero yo, aquel que se halla oculto, sumergido en lo más profundo de este cuerpo débil, lampiño y enfermizo, resurge de nuevo.

          Siento como mi ropa se desgarra, la mandíbula se me alarga, y un vello hirsuto como alambre brota por todo mi cuerpo, cubriéndolo, ocultándolo.

          Lleno mis pulmones de aire y grito con un aullido triunfal, un aullido de júbilo desatado.

          Vuelvo a ser libre.

          Salto hacia los tejados y echo a correr mientras el viento silba sobre mi espalda. Mis débiles músculos cubiertos por la pálida y frágil piel humana, ahora poseen una fuerza sobrehumana que me permite sentir la verdadera libertad.

          Vuelvo a llenar mis pulmones de aire, pero esta vez para aullar, y la noche me devuelve un grito de terror.

          El último grito del dueño de esos pobres ojos asustados que poco a poco se apagan entre mis todopoderosas garras, mientras hundo mis fauces en su garganta.

          Su sangre ensucia mis colmillos. Su sangre limpia mi sed.

          ¡Sangre!, resuena en mi cabeza, ¡sangre!, un quejido que va y viene con fuerza, como el tronar de una campana, que me vuelve loco, e instintivamente intento tapar mis oídos para dejar de oirlo.

          ¡Sangre!..., no, no, noooooooo, intento gritar para atenuar la voz que resuena en mi cabeza, pero no lo consigo, porque mi aullido vuelve a atravesar la noche.

          Ya es demasiado tarde, y el frenesí se apodera de mi. Con mis ojos inyectados en sangre, y mi desquiciado corazón latiendo con furia, chocando contra mi pecho y golpeando sin piedad, eliminando cualquier atisbo de  la poca humanidad que aún yacía dentro de mí.

          Sangre, necesito más sangre.

          Intento saciarme con lo que queda de mi primera víctima, pero apenas siento su sabor, pues ya está corrompida y mancillada por el aire que la rodea. No me sirve, necesito más, por lo que echo de nuevo a correr salvajamente sobre la hierba del parque, casi sin apoyarme, volando en una nube de ansiedad, de violencia carnal que me pide mas...mucha mas... ¡sangre!

          A la carrera, mientras el frío aire de la noche aviva mi sed, me abalanzo sobre mi nueva e indefensa víctima, y sólo el sonido de un trueno me hace volver a fijar los ojos en la pantalla del ordenador.

           Las sienes siguen palpitándome con ese martilleo acompasado que me ha estado acompañando durante los últimos meses, desde que ella se fue para siempre... desde que me abandonó la inspiración.

           Guardo el portátil en su vieja bolsa y decido que es hora de embarcar rumbo a nuevas aventuras...

lunes, 25 de julio de 2016

Sombras.




Ruidera, España. 1975.

                Arropado en su camastro, con un nudo en la garganta y tembloroso como una solitaria hoja a merced del viento, Marcos escuchaba ansioso la historia que arrastraban las palabras de su vieja abuela Eugenia mientras la tenue e inestable luz del pequeño quinqué hacía danzar las sombras en las desconchadas paredes de la pequeña buhardilla.

                -“… y entonces, cuando el niño  abrió la puerta pensando que era su padre, el lobo malvao entró en la casa y se lo comió de un solo bocao”.

                Con un gritito ahogado, el pequeño se tapó la cabeza con las mantas y conteniendo el aliento, quedó inmóvil, dando por terminado el relato.

                La anciana estiró pesadamente la única mano que le quedaba, cogió el bastón e hizo ademán de levantarse, cuando una pequeña manita salió de su escondite y la atenazó del brazo.

                -¡Yaya, no te vayas, una más, que todavía no tengo sueño!.- Rogó con su aguda vocecilla caprichosa.

                –Como eres, Marquitos, ya es mu tarde.- Le reprendió, y  con un suspiro condescendiente, la octogenaria dejó el bastón apoyado a los pies del pequeño, y se acomodó de nuevo, acompasando los chirridos del colchón con el crujido de sus maltrechas rodillas.

                Con una sonrisa triunfal, y un brillo de júbilo en los ojos, Marcos asomó su pequeña cabeza entre las mantas y exclamó: -¡Cuéntame la del lobo!, el que te hizo ese muñón, agüela, ¡Porfa, porfa, porfa!.-

                Con ojos tristes la vieja yaya contempló el lugar donde otrora se encontraba su siniestra. Lo perdió durante la guerra, cuando un joven Sargento de la Guardia Civil se la cortó como premio por añadir demasiada sal a las lentejas que obligó a prepararle a él y a sus hombres.

                -Ese cuento ya lo has escuchao muchas  veces. Anda, Marcos, no seas pesao. Te voy a contar la historia del niño perdido.

                Con el ceño fruncido, el niño se cruzó de brazos airadamente, aceptando a regañadientes la contraoferta.

                -Cuentan los mas viejos del pueblo que una noche cualquiera hace mucho, mucho  tiempo, un niño que tenía tus mismos años más o menos, se quedó dormido mientras su yaya le contaba un cuento. Era una noche oscura y fría como hoy, y no había ni un alma por la calle, ni una miajica de ruido.  El reloj de la iglesia acababa de tocar las doce de la noche y la yaya volvió para ver si el pequeño dormía tranquilo, pero cuando llegó, el niño ya no estaba, y nunca más se supo de él.

                Mientras dos lágrimas corrían por sus mejillas, l0a vieja Eugenia miró al pequeño, que ya dormía profundamente, y sin hacer ruido, cogió su bastón y se deslizó entre las sombras que bailaban al ritmo del quinqué que había olvidado apagar.

                Sombras que se hacían cada vez más grandes.

               Sombras cada vez más oscuras.

                Sombras cada vez más definidas, y que ahora arrojaban siluetas demoniacas que danzaban sin parar por toda la buhardilla, cada vez más cerca de la cama del pequeño.

                Varias sombras se unieron en una sola, enorme y que poseía un fulgor azulado en sus ojos, de la cual surgió la silueta de una garra de aspecto huesudo, que comenzó a acercarse al pequeño Marcos.
                
                La garra acechaba el contorno del pequeño que la luz proyectaba en la pared, y abriéndose al máximo se apoyó sobre lo que parecía la cabeza del pequeño, el cual se empezaba a agitar en la cama, cada vez más violentamente.

                La garra apretaba cada vez con más fuerza mientras que una macabra sonrisa surgía del demoníaco ser, y el pequeño Marcos gemía débilmente entre sueños, a medida que la garra comenzaba a arrastrar la sombra del pequeño hacia la ventana, a la vez que el propio niño era arrastrado por la nada en la misma dirección.

                Entonces todas las sombras cesaron su danza y se diluyeron en la oscuridad.


                La vieja había apagado el quinqué y se quedó mirando al pequeño mientras maldecía para sus adentros el haber estado a punto de cometer de nuevo el mismo error que cometió hacía muchos, muchos años con su propio hijo.

viernes, 22 de julio de 2016

El Buho.



Camuflado por las sombras de la noche, prácticamente invisible, un búho se cernía con silencioso aleteo sobre un incauto roedor, demasiado grande para ser un ratón, y demasiado pequeño para ser una rata.

-¡Una cobaya, papa!- Gritó entusiasmado el pequeño Juan, que como cada verano desde que tenía uso de razón,  observaba desde el pequeño cobertizo los movimientos de los animales nocturnos que vivían en la finca familiar.

Juan seguía entusiasmándose como el primer día que descubrió que la oscuridad albergaba criaturas fascinantes, y le permitía añadir habitantes a su mundo interior, aquel que sólo estaba limitado por su imaginación.

-No es una cobaya... ¿No ves la cola?- Corrigió Diego.- Es una ardilla.- Añadió, mientras el pobre animal profería un chillido agudo y lastimero presa de las afiladas garras de la rapaz.

El chico tenía clavados los ojos en la dantesca danza de sangre que acababa de empezar. Sus profundos ojos azules estaban hipnotizados, y no perdían detalle de lo que estaba sucediendo, mostrando una frialdad impropia de un niño.

Sin pestañear.

Sin inmutarse.

No era la primera vez que presenciaba una escena como esa, pues el Buho llevaba acompañándoles en sus escapadas nocturnas desde el primer día. Le encantaba contemplar la lucha por la supervivencia en la naturaleza.

-¿Sabes, papa? Si pudiera volver a nacer, me gustaría ser un Búho.- Dijo Juan sin apartar la vista de la agonía de la ardilla.-Es el malo perfecto. Rápido, invisible y siligioso. No deja huellas y es eficaz.- Sentenció.

Diego dio un respingo hacia atrás. No podía creer lo que estaba escuchando de boca de su pequeño, quién no solo disfrutaba con la carnicería que tenía ante sus ojos, sino que había descrito perfectamente el modus operandi de un asesino.

-Si...sigiloso, Juan, se... se dice sigiloso.- Alcanzó a decir mientras un escalofrío recorría su espalda. Tragó saliva y se incorporó. –Será mejo que nos vayamos a casa.- Añadió.

-Si gi lo so. – Se repitió tratando de memorizar la palabra correctamente.

Mientras tomaban rumbo hacia el viejo caserón que se ubicaba en el corazón de la finca, al final del sedero de los nogales, padre e hijo no cruzaron ni una sola palabra. Juan tratando de aprenderse de memoria la palabra que acababa de aprender, y su padre tratando de asimilar lo que acababa de presenciar.

Preocupado por la actitud de su hijo, Diego arropó al pequeño Juan y le dio el beso de buenas noches.

-Sigi... sigiloso.- Dijo Juan con expresión triunfal.

-Muy bien.- Le premió su padre revolviéndole la mata de pelo rizada que coronaba su rostro iluminado por la alegría de haber conseguido pronunciar bien su nueva palabra.

Tras limpiarse los dientes y ponerse su viejo pijama de verano, Diego encaró la puerta de su habitación, pero cuando las yemas de sus dedos no habían hecho mas que rozar el pomo de la puerta, notó una corriente de aire a su espalda que le heló la sangre. Lentamente, y con su castigado corazón a doscientas pulsaciones, comenzó a darse la vuelta.

-Papá, ¿tu crees que mamá volverá algún día?- Preguntó Juan con los ojos bañados en lágrimas.

-No sólo ha aprendido la palabra, sino que sabe aplicarla.- Pensó para sus adentros. Abrazó a su hijo y mirándole a los ojos, le dijo: –Mamá no va a volver, cariño. Mamá está en el cielo con el abuelo, pero ya hablaremos de eso mañana.- Contestó con su voz a punto de quebrarse. -¿Quieres dormir esta noche conmigo?- Añadió.

-No... da igual... es... es solo que la echo de menos.- Contestó entre sollozos. –Tengo que ir a hacer pis.- Concluyó, mientras se marchaba correteando hacia el aseo.

-Yo también la echo de menos. – Contestó Diego al pasillo vacío.

Tras comprobar que la puerta estaba cerrada, volvió  al dormitorio. Abrió la puerta y no le dio tiempo a reaccionar y ver lo que se abalanzó sobre él.

Como un rayo, una sombra lo atacó. Sobresaltado y desorientado, sintió un corte en el pómulo derecho, donde comenzó a manar sangre.

Un intenso dolor en el pecho hizo acto de presencia, y se extendió por su hombro izquierdo, paralizándole el brazo.

Quiso gritar pero no pudo.

Quiso respirar, pero no le quedaban fuerzas.

Cayó fulminado al suelo.

Clavó sus ojos en los de Juan, que estaba de pie junto a la puerta, con el pequeño búho apoyado sobre su hombro, que levantó el vuelo para posarse en la frente de Diego.

Notó como el animal comenzó a picarle el ojo izquierdo, y escuchó los pasos de Juan acercándose.

El pequeño se agachó y comenzó a comer junto al búho.

domingo, 17 de abril de 2016

Crítica: Drácula: La historia jamás contada.




     Un director desconocido como Gary Shore, nos trae una nueva visión del personaje creado por Bram Stoker, y si bien en un principio me he dicho "¿Qué hago yo viendo esto?", al final he acabado pensando "¡Leñes, pues no está tan mal!".

     Y es que pese a caer en los fallos de la mayoría de las películas actuales de este género, (y no me preguntéis a qué género me refiero, pues no tengo ni puta idea, y no se cómo se llama, pues sólo pretendía parecer culto) entretiene bastante, eso si, si no eres un fan acérrimo de Drácula, y vas buscando una película parecida a la de Coppola, porque el guión no es uno de sus puntos fuertes, ya que el guión lo firma el mismo que ha hecho el de "El último cazador de brujas", "Dioses de Egipto" y la nueva entrega de los Power Rangers.

     
     La banda sonora corre a cargo de Ramin Djawadi, que ha parido entre otras la de Juego de tronos o Iron man entre otras. y en esta ocasión nos ofrece una banda sonora que, sin pasar inadvertida, no llama demasiado la atención, no le quita protagonismo a lo que se ve en la pantalla. (Vamos, que no pasará a la historia del cine como la mejor en su género (sigo sin acordarme del nombre).

    El Casting es el punto fuerte de la película (sic!), pues cuenta con tres caras muy conocidas, como son la de Luke Evans (Bardo en El Hobbit), Art Parkinson (Rickon  Stark de Juego de Tronos) y Charles Dance (Twyn Lannister también de Juego de Tronos), si bien este último tiene un papel cortísimo que no os desvelaré.

     Pues bien, con esta mezcla, nada bueno se podía esperar, pero como hay que probar las cosas para saber si te gustan o no, al final la he visto... ¡Y me ha gustado!.

     Es de esas películas que tienen un nosequé que quéseyo, que hace que te enganche y le tengas que dar al pause cuando tienes que ir al baño o al ir a contestar al teléfono.

   La ambientación me ha parecido muy buena, aunque tampoco sea excesivamente complicado ambientar dos castillos y un bosque, ahora que lo pienso.

     Tiene muchas lagunas, tópicos y cosas absurdas, pero es diferente a otras películas de su género, sencillamente porque no me la he tomado en serio. No creo que sea por otra cosa.


     Y a estas alturas os preguntaréis... ¿pero de qué va esta crítica? Pues todavía no lo se, pero he pensado que tenía que escribirla y recomendaros que veáis esta película, porque es entretenida y te deja con ganas de más.

     Porque ver a Drácula repartir hostias al más puro estilo Son Goku, a mucha gente le puede parecer mal, o incluso sentirse engañados, pero a mi me ha molado. Me ha gustado lo que he visto, pero sobre todo lo que me ha gustado ha sido el potencial que tiene el personaje si lo saben exprimir bien, cosa que espero y deseo que hagan (Y no será por pasta, pues la peli recaudó más del triple de lo que costó).


     Nota: 6/10

Lo mejor:

-Ver ese Drácula on fire repartiendo mamporros.
-La ambientación y la estética, sobre todo la armadura roja con el Dragón.
-Ese final abierto en plan "preparaos que la cosa no ha hecho más que empezar.

Lo peor:

-Los efectos especiales cantan demasiado.
-Que Universal no le encargase la historia a otros. Ya puestos a hacer lo que han hecho, deberían haber dejado el proyecto en manos de los Hermanos...perdón, las Hermanas Wachowski.
-Que todavía no se sepa si habrá segunda parte.

lunes, 11 de abril de 2016

Crítica: Ant-man.


McDonalds vs Burguer King, Coca-Cola vs Pepsi, Control vs Durex, Adidas vs Nike... todo en la vida se resume a una pugna de dos, en la que en ocasiones entran a jugar pequeños actores secundarios, como el Pinky burber, Tab, los condones del Lidl o Joma.

Pues bien, en el mundo del Comic las dos grandes casas de apuestas, los titanes o como queráis llamarlos, de siempre han sido Marvel y DC.


Bajo mi punto de vista, no son comparables, porque el primero busca el entretenimiento fácil, el guiño continuo con el espectador y recurre al chiste apresurado y absurdo demostrándolo con películas mucho menos "maduras" que el segundo, como por ejemplo Ant Man, la película que pasaré a comentar después de esta introducción.


Sin embargo, el universo DC intenta darle una vuelta de tuerca más a sus películas, sin recurrir continuamente a chascarrillos o chistes fáciles, ofreciendo un producto totalmente diferente al de Marvel, con unos personajes más oscuros, mucho más reflexivos y maduros, ofreciendo unas películas bastante más profundas, cosa que no siempre gusta.

Podríamos decir que Marvel es DC lo que Disney a Estudio Ghibli.


Al igual que me encanta Estudio Ghibli, no es menos cierto que las películas de Disney también me gustan mucho, pero cuando elijo una u otra, se muy bien lo que busco, y que es lo que quiero ver en cada momento.

Pues bien, con las películas de Marvel y DC, me pasa exactamente lo mismo, voy con mentalidades distintas a ver una u otra. Marvel es para disfrutar con unas palomitas y una cocacola XXL, y DC es para disfrutarla con una buena cerveza y una ración de Croquetas.

Pues bien, ya que os he puesto un poco en antecedentes, vamos al tema del título del post, es decir, a comentar la última película de superhéroes que he visto, que no es otra que Ant-man.




Con un amplio catálogo de comedias románticas a sus espaldas, Peyton Reed dirige la enésima adaptación de un personaje de Marvel al mundo del cine. 

Esta vez le toca el turno a Ant Man, interpretado por Paul Rudd, con varias comedias románticas y de humor adolescente también a sus espaldas.

Con estos dos ingredientes no me esperaba nada bueno, de ahí que no haya visto esta película hasta ahora, si bien Michael Douglas, posiblemente interpretando uno de sus últimos papeles, y la guapísima Evangeline Lilly, si que llamaban bastante mi atención.

Pues bien, el sábado cedí, y vi Ant-man.



Soy un analfabeto en esto del cine, y lo de justificar un bodrio como este con argumentos vacíos como "sin pretensiones", "cumple con su cometido que es entretener", etcétera, no me valen, porque para eso está Mediaset, que te lobotomiza en menos tiempo, y es gratis.

Se trata de una película que hace aguas por todas partes, con chistes absurdos y en la que los personajes no acaban de encajar. (Ni siquiera Michael Douglas parece encontrar su lugar).

Todo se ve forzado y muy sobreactuado, sobre todo Corey Stoll, el malo malísimo, que le ha quitado el cetro de peor villano a Billy Zane por su papel de Caledon en Titanic.

Ni siquiera los efectos especiales se salvan, con un CGI cantoso que alcanza su cúspide de la vergüenza ajena en la escena final, con la hormiga-perro.

Lo único que te hace prestarle atención a la película es ver el cameo de Stan Lee, y una vez que sale, prestarle atención al reloj, 

Huid de ella, insensatos.

Lo mejor: Que dura poco.

Lo peor: Que se hace eterna.

Nota: 4,9. (Si, lo se, merece mucho menos, pero para mi una película que suspende suspende igual con un 0 que con un 4,9, y como es mala hasta decir basta, le doy un 4,9 para que le duela más).

domingo, 10 de abril de 2016

Crítica: Victor Frankenstein.


Atención, como siempre aviso, contiene Spoilers.

Paul McGuigan dirige esta nueva interpretación, que no adaptación, de la novela de Mery Shelley desde un punto de vista novedoso.

La cinta tiene un muy buen comienzo, con una introducción y presentación de personajes que promete,pero que luego se va desinflando y hace que la película se haga larga durante su parte media, hasta llegar al último tercio, donde mejora notablemente, llevándonos a un climax final que a mi personalmente, me ha sorprendido muy gratamente..

La ambientación y la banda sonora, a cargo de Craig Armstrong y que en algunos momentos puntuales me ha evocado un poco a la de Drácula de Coppola, son bajo mi punto de vista, los puntos fuertes de la película, junto con James McAvoy, que borda el papel de Victor Frankenstein.



Daniel Radclife en el papel de Igor me ha parecido correcto, con un inicio muy bueno antes de que el Dr. Frankenstein le drene la joroba, se duche y se acicale, para convertirse en un Igor metrosexual, pero que me ha hecho resoplar por culpa del romance con Lorelei, interpretada por Jessica Brown Findlay, y ya me ha mosqueado para el resto de la película, porque la trama habría pasado perfectamente sin un romance metido con calzador, es más, incluso si se hubiesen permitido la licencia de utilizar un Igor femenino, también me habría valido.

El Inspector Turpin, interpretado por Andrew Scott, me ha decepcionado, pues tiene un papel bastante liviano, y es un actor que me gusta bastante, aunque lo poco que aparece lo hace bien, me sabe a poco.

En cuanto al monstruo, me ha parecido soberbio, pues no me esperaba que saliese, y no sólo hace su aparición estelar cumpliendo con creces, sino que el diseño que han elegido me parece espectacular, y tan bien integrado, que no se si está hecho con CGI o es maquillaje.

Como he dicho antes, se trata de una adaptación diferente a la que estamos acostumbrados, y que podría haber sido perfecta de no ser por la parte central de la película, que me ha hecho perder un poco el interés y que ha hecho que sea parte me haya resultado ligeramente aburrida, aunque finalmente haya vuelto a meterme en la película con ese gran monstruo que se han marcado al final.

Lo mejor:
-La ambientación
-La Banda Sonora de Craig Armstrong.
-James McAvoy, que vuelve a gustarse a si mismo y al que se sienta a verle con un papel muy bueno.

Lo peor:
-La parte central de la película, donde pasan muchas cosas innecesarias, y metidas con calzador.
-El personaje de Lorelei y todo lo que la rodea tras el inicio.
-Que casi no haya tenido publicidad, cuando se estrena en España el próximo viernes 15 de abril, si bien ha salido ya a la venta en muchos paises, pues se estrenó el 25 de Noviembre.

Nota: 7,5/10.


martes, 29 de marzo de 2016

Nuestra canción.



El agónico sonido del despertador rompió el silencio de la madrugada cuando habían pasado apenas cinco horas de la medianoche.

Laura se desperezó lentamente, mientras un gruñido ininteligible brotaba de su maltrecha garganta a modo de queja mientras lo apagaba, y estiró el brazo, sólo para abrazar el vacío que había a su lado, lo que le hizo caer en la cuenta de que él ya no estaba.

No se había hecho a idea de que no volvería jamás, y todas las mañanas seguía despertando llevándose esa pequeña decepción, tras haber pasado la noche soñando con que aún seguían juntos.

Con que él seguía vivo.

Esa mañana se había obligado a volver a la rutina diaria, tras una baja obligada por la muerte de Edu. Fernando, su compañero desde hacía casi diez años, había decidido que la dirección comercial de la cadena de peluquerías Look&Stile podría pasar sin sus servicios hasta que se hubiese repuesto del mazazo, y así se lo planteó el mismo día del fatídico suceso.

Las lágrimas comenzaron de nuevo a aflorar en sus ojos, pero esta vez no las dejó salir. Encendió la lamparita de su mesilla de noche y la débil luz envolvió la pequeña y acogedora estancia que se encontraba inundada por un agobiante silencio.

Se dirigió a la cocina para poner en marcha el tostador e ir preparándose el desayuno. Mientras lo hacía, encendió la radio, pues tanto silencio le generaba una sensación de angustia y miedo que no era capaz de soportar.

En ese momento se quedó sin aliento, pues sonaba Falling into you de Celin Dion, una canción que llevaba muchos años sin escuchar en la radio, y más teniendo en cuenta que en el programa que normalmente ocupaba esa franja horaria en ese dial, no solía escucharse música de ningún tipo.

Era la canción con la que Edu y ella se conocieron en la discoteca donde se unieron sus cuerpos por primera vez, canción que, desde ese día, pasó a ser su himno.

La canción sonó durante unos segundos más para dar paso a varios anuncios de publicidad y al parte meteorológico, que pronosticaba un día soleado y con altas temperaturas para la época del año en la que se encontraban.

Laura acabó de desayunar justo en el momento en el que el boletín informativo narraba la última hora de un atentado yihaidista que se había producido en Irak, por lo que antes que el tormento continuara y antes de volverá revivir los recuerdos del día en el que un fanático le arrancó lo que más quería, desenchufó la radio con furia y se dirigió al baño para que la ducha le limpiase el mar de lágrimas que amenazaba con anegar su alma.

Se quitó el pijama y observó el reflejo de su cuerpo desnudo durante unos segundos, ese cuerpo que tantas veces habían recorrido las mágicas manos de Eduardo y que ahora sehabía quedado huérfano. Era increíble el peso que había perdido en tan poco tiempo. Apartó la mirada de forma brusca y entró en la ducha. Reguló la temperatura a su gusto, y cuando el agua estuvo lo suficientemente caliente, casi quemando, se dejó envolver por su ardiente abrazo.

Sin embargo, la sensación que tuvo no fue la esperada, pues pese a que el vapor delataba la calidez del agua, sintió una sensación gélida cuando el agua envolvió su cuerpo.

Sacó la cabeza del chorro del agua y tardó un par de segundos en darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Desde la cocina se escuchaba la radio que había apagado hacía sólo unos instantes, y volvía a sonar la canción con la que tantas veces se había cobijado entre los brazos de Edu.

Las luces del baño se apagaron y sumieron todo en la más absoluta oscuridad.

Salió de la ducha empapada, se envolvió en la toalla y pulsó el interruptor de la luz varias veces, hasta que, al igual que se había marchado, la luz volvió.

Se acercó a la cocina y comprobó que la radio seguía desenchufada.

Tras dirigirse de nuevo a la ducha para aclararse el pelo, pensando que se estaba volviendo loca y que todo había sido fruto de su imaginación, de nuevo la misma sensación gélida  y de nuevo la oscuridad.

Cerró el grifo y volvió a escuchar la misma melodía que antes, pero esta vez se repetía una y otra vez la misma estrofa, como si de un disco rallado se tratase:

“I'm falling into you
This dream could come true
And it feels so good falling into you”

Sonaba una y otra vez, se escuchaba un chasquido y otra vez volvía a sonar la misma estrofa.

Esta vez las luces no se encendieron.

-¿E...Edu?- Alcanzó a decir. Un chisporroteo final en la radio seguido de un absoluto silencio la heló la sangre.

-Edu... ¿e...estás aquí?- De repente las luces se encendieron de forma oscilante, como si fuesen velas acariciadas por el viento, pero ese detalle pasó inadvertido a Laura, que tenía todas su atención puesta sobre el espejo, que estaba cubierto de vaho.

Se quedó paralizada por el miedo, ya que en la parte inferior del espejo, muy tenuemente, se podían apreciar cuatro letras “H O L A”.

Laura retrocedió hasta que sus talones chocaron contra el borde de la ducha. –Edu, ¿eres tu?.- Preguntó de nuevo. Esta vez la ilusión había vencido al miedo. Estaba segura  que era él.

La luz osciló violentamente, se apagó unos segundos, y al volver a iluminar el baño, un nuevo mensaje apareció en el espejo “T E     E X T R A Ñ O”.

Con un grito ahogado se llevó las manos al pecho y con un torrente de lágrimas de emoción bañando sus mejillas contestó a la soledad -Yo...yo también a ti... no sabes cuanto. Ojala estuviéramos juntos.- Dijo entre lágrimas.

La luz se marchó de nuevo, y al volver entre violentas oscilaciones, un nuevo mensaje ocupaba el espejo en su totalidad: “¿ S E G U R O ?”

-¡Claro que si!- Contestó en ese mismo instante, sin ser consciente de que se le había comenzado a formar una fina capa de hielo sobre la piel, y la escarcha estaba empezando a teñir de blanco su melena morena.

Un nuevo crepitar de luces, acompañado esta vez por un golpe seco  producido por el impacto del espejo sobre el encharcado suelo del baño.

La electricidad actuó rápido, y en una fracción de segundo, sin que Laura fuese consciente de lo que ocurría, el cable que conectaba las lámparas del espejo a la red eléctrica, utilizado los iones del agua que empapaba el suelo, llegó a sus pies descalzos, alcanzando su corazón y produciendo una parada cardiaca casi al instante.

Mientras el cuerpo de Laura convulsionaba y su pelo comenzaba a desprender una nube de vapor mientras se derretía la escarcha que se había formado, mientras soltaba su último aliento, pudo ver una silueta saliendo del hueco que hasta hacía unos segundos ocupaba el espejo.

Pero no era la silueta de Edu, como ella hubiese deseado, sino de un extraño demonio con atuendo de bufón, con dos cabezas, una de expresión triste y otra alegre, cortas patas y cinco brazos acabados en garras.


Con caminar lento y pesado llegó hasta Laura, la asió de una pierna y se dirigió hacia el lugar de donde había salido, al lugar donde se encontraría con Edu, aunque jamás se reconocerían.

Nota: Este relato es una revisión de mi relato "La Radio". He modificado algunas cosas y he corregido algunos errores. Agradeceré cualquier comentario que me hagáis para mejorarlo. Un saludo y muchas gracias por haber llegado hasta aquí.

Un Superman sin superpoderes.


Ayer, durante la proyección de la película 'Batman vs Superman: El amanecer de la justicia', hubo una escena que me hizo reflexionar bastante, hasta tal punto que estuve un rato sin prestarle atención a la película, pues estaba absorto con mis pensamientos.

Se trata de la escena en la que se van sucediendo hechos heróicos en los que Supermán iba ayudando a los habitantes de la tierra en una serie de catástrofes, algunas naturales, otras simples accidentes.

Y fue en ese momento cuando me vino a la cabeza mi padre.

Por si no os lo había comentado nunca, técnicamente mi padre es un Superhéroe, aunque sin superpoderes, pues mi padre es Guardia Civil.

Este año lo deja, tras más de 40 años dándolo todo, y cuando digo todo, se muy bien de lo que hablo, pues si algo he aprendido en mis 36 años de vida es que para ser Guardia Civil hay hay que sacrificarse, y mucho, y más si, como él, se es padre de dos hijos, si bien, como buen Superhéroe, necesita un compañero de fatigas, un hombro sobre el que apoyarse cuando las fuerzas flaquean, y que siempre esté a su lado. Mi madre.

A medida que iba avanzando la película e iba viendo como iba apareciendo gente contraria a Supermán, por el mero hecho de tener superpoderes y ser diferente a los demás, el paralelismo entre lo que iba produciéndose ante mis ojos y lo que llevo viendo desde que tengo uso de razón, se iba acrecentando, pues en no pocas ocasiones he tenido que escuchar comentarios muy dolorosos sobre el trabajo de mi padre.

Todo empezó una fría tarde de Febrero de 1980, el día que yo nací. Ese día, al igual que el día en el que nacería mi hermano, siete años después, mi padre estaba trabajando. En aquella época, no existían los permisos de paternidad, y algo tan normal como un permiso por lactancia, era inverosímil.

Pues bien, desde ese día hasta ahora, han cambiado muchas cosas, pero una de las pocas que ha permanecido inalterable desde entonces, ha sido mi padre y su trabajo, o más que su trabajo, sus hazañas.

Él no necesita llevar una capa roja y unos calzoncillos sobre unas mallas azules, para que, nada más verle, el afligido supiese que las cosas mejorarían, o para que la víctima comenzase a sentirse más tranquila.

Pero también representa el temor para los malhechores, y aunque jamás tuvo que levantarle la mano a ninguno de ellos, en cuanto él o alguno de sus compañeros aparecían en escena, pasaban del regocijo de sus fechorías, al temor.

Al igual que Superman, ha ayudado a gente perdida, ha rescatado de las llamas a imprudentes domingueros que, desoyendo las recomendaciones, han hecho su barbacoa en un pinar, ha evitado atracos y ha salvado vidas.

Por desgracia, también ha llegado demasiado tarde en muchas ocasiones, y ha mirado a la muerte a los ojos en más de una ocasión. Ha perdido a compañeros por el camino, pues, al contrario que Superman, estos superhéroes de andar por casa no tienen superpoderes.

El presupuesto de esta institución, en lugar de dotar a sus miembros con resistencia a las balas, capacidad de volar o telepatía,  sólo es capaz de otorgar valores como el Honor, la Lealtad, la Disciplina, o el Sacrificio, valores que representa Superman, y que a muchos pueden sonarle a perogrullo, o a simples palabras que suenan bien, pero que están ahí, y que son muy difíciles de explicar para alguien ajeno a la causa.

Guardando las distancias, me sentí reconfortado y orgulloso de mi padre, y cuando vi a Superman claudicar bajo la influencia de la Kriptonita, no pude más que pensar "Menudo pringao".

Muchas gracias por todo, papá. Espero saber estar a la altura.

Crítica: Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia.

Esta tarde he decidido enfrentarme a mis miedos, y me he acercado junto a mi novia a ver una película que me generaba muchísimos.

Había leído tantísimos comentarios negativos sobre esta película, que la ilusión que despertó en mi el anuncio del proyecto, pese a Ben Affleck, había desaparecido por completo para dar paso a eso, a un miedo atroz a la decepción.

Pero bueno, como para saber que algo no te gusta, lo mejor es comprobarlo por uno mismo, in extremis hemos optado por acercarnos a los cines Box del CC Cuadernillos, en Alcalá de Henares.

Pues bien, tras unos cuantos anuncios y un par de insulsos trailers, por fin ha empezado la película más esperada y más temida de los últimos tiempos. 153 minutos y se acabaría la incertidumbre.

Atención, a partir de aquí comento algún que otro detalle de esta película y su predecesora, El hombre de acero, por lo que si no has visto alguna de ellas, te aconsejo que no sigas leyendo.

Cuando un guión lo escriben dos guionistas tan diferentes como Chris Terrio (Argo) y David S. Goyer (Trilogía de Batman 2005-2012), no suele ser una buena señal, porque ¿hasta que punto el segundo guionista puede estar en mayor o menor medida influenciado por su predecesor?, y concretamente en el caso de esta película, nunca se sabe cual de los dos tiene raices venezolanas, lo cual ha dado lugar al culebrón que nos han metido entre mamporro y mamporro a lo largo dela cinta. Como punto positivo, decir que  bajo mi punto de vista, el guión pese a sus carencias, me ha parecido muy bien hilado.

Aunque a lo mejor el culpable de los defectos de la cinta no es tanto el equipo de guionistas, sino el director, Zack Snyder (300, El amanecerdelos muertos), que vuelve a cometer los mismos errores que en El hombre de acero, pues no sabe o no quiere darle a la película un ritmo mas dinámico y que hagan que el espectador no acabe mirando fugazmente el reloj para ver si queda mucho.

Pese a lo que he dicho hasta ahora, he de reconocer que la película me ha gustado y que por momentos he disfrutado como un enano. El problema es ese "por momentos", la falta de continuidad, esa forma de romper el ritmo de una película que podría haber sido épica, pero no deja de ser una más, muy bien hecha y con muy buenas interpretaciones, pero que no es, no de lejos, la mejor película de superhéroes de la historia.



En cuanto a los personajes principales, los que estuvieron en "El hombre de acero", siguen estando, incluido Kevin Kostner como Jonathan Kent. Henry Cavill hace un buen papel de Superman, pero que queda eclipsado por ese Batman que ha clavado Ben Affleck, que da la sensación que ha interpretado a mala leche como diciendo "ahora os jodéis, que lo voy a bordar" a todos los que dudamos de él.

Jeremy Irons me ha gustado mucho como Alfred, y no sabría decir con cual de los dos me quedo, si con este mayordomo, o el que interpretó Michael Caine en la anterior trilogía del caballero oscuro.

Por otro lado, el personaje interpretado por Gal Gadot (que yo creía que era el nombre del malo), y que había leido por todas partes que estaba metido con calzador, me ha parecido de lo más acertado, y una forma de introducir al personaje en el universo de La liga de la justicia, de lo más acertado, aparte de que es muy guapa la jodía.

La cruz del reparto está en Jesse Eisenberg, y no porque lo haya hecho mal, porque el papel de Lex Luthor Jockerizado lo borda, sino porque ese no es Lex Luthor, sino una mezcla entre el Jocker de Jack Nicholson y un adolescente de cualquier comedia americana.

Pues bien, con todos estos ingredientes, podríamos estar ante una obra épica, o ante un truño de proporciones bíblicas (por haberse estrenado en semana santa ante el miedo a competir con la próxima cinta de "El Capitán América", podría acercarse más a lo segundo).

Quizás haya ido al cine muy condicionado por las críticas que he leido, y por eso me he llevado la sorpresa que me he llevado, y nada más terminar he mirado a mi novia y nos hemos dicho casi a la vez "Joder, pues no es tan mala"... pero es que no es tan mala, a incluso tiene momentos verdaderamente brillantes, como es la introducción del resto de personajes de la liga de la justicia (Flash por partida doble, Acuaman y Cyborg, el cual se parecía increiblemente a Sam Worthinton), así como la escena en la que Batman va a rescatar a Martha Kent y se enfrenta a los veinte mercenarios a mamporro limpio acompañado de una de las mejores coreografías vistas hasta ahora en una película de superheroes, sin recurrir a los violentos giros de cámara a los que nos tienen acostumbrados en este género.

Los peor de la película quizás ha sido el ritmo, esas pesadillas recurrentes de Bruce Wayne o el "parad el mundo que voy a arrullar a Louis Lane un poquito" no ayudan para nada.

Lo dicho, una película entretenida que con un guión más dinámico y sin tantos altibajos hubiese conseguido gustar y divertir mucho más además de entretener.



En resumen:

Lo mejor:
- Ver el Batman de Miller y del universo de los videojuegos.
La presentación de Wonder Woman y del resto de miembros de la Liga de la justicia.
- El alarde de medios de la última media hora de la película.

Lo peor:
.La muerte de Superman, y ese eterno epílogo final, (esa tierrecita moviéndose sobre el ataud antes de los créditos en plan "¡Ojo, que sigo vivo!"... pufff).
-Los cortes y la falta de ritmo.
-La manía de meter por querer demostrar que Superman antepone Louis Lane ante todo porque la quiere mucho y quieren demostrar que una buena película se Superheroes debe llevar un culebrón dentro.

Nota: 7/10.