Tras un tiempo parado, vuelvo a escribir una entrada en el blog, esta vez para comentar una novela que acabo de terminar, y que me ha parecido que merece la pena compartir con vosotros.
Aún siento la
presión en el estómago y el ligero escozor en los ojos fruto de las lagrimas
contenidas tras leer las últimas líneas de Holocausto en Manhattan, la primera
novela que leo de Bruno Nievas –pero no la última, de eso estoy seguro-, que
adquirí hace casi un mes en El Corte Inglés de La Garena, casi por casualidad.
Recuerdo que
fue un día de esos que yo llamo grises, tras una semana cargada de trabajo, de
esas semanas a las que llegas al fin de semana agotado, no tanto en lo físico,
sino mentalmente, psicológicamente.
Recuerdo que
ese mismo martes acababa de asistir al estreno de “Inercia”, de Jesús Agudo, en
el Bar La Pocha, cerca de Nuevos Ministerios, y todavía estaba impactado ante
el gran trabajo que había visto.
El corto está
basado en un relato de Andrés Moreno, y pese a que me encantó, he de reconocer
que me generó un torrente de sentimientos encontrados, dónde se mezclaban
admiración por Andrés y Jesús, pero también envidia, envidia sana, por
supuesto, pues siempre he querido escribir algo más que simples relatos, acompañados
de asombro ante lo que acababa de ver, y un poquito de odio hacia mi mismo por
no haber tenido la constancia suficiente para continuar con mis clases de
teatro, vamos que me vino un síndrome premenstrual en toda regla, el cual, mezclado
con la astenia primaveral, hizo que cayese en un pequeño bache anímico que me
condujo a ir de compras ese sábado.
Pero claro, ir
de compras sin dinero es como el que tiene tos y se rasca, como suele decir
nuestra guía práctica de dichos populares, y frustrado por no poder comprar
nada, acabé deambulando por la sección de ofertas, concretamente una cesta
donde había libros por 5,95€.
Empecé a
remover los libros, sin albergar esperanza alguna en encontrar un best-seller,
pero también con ese hormigueo en el estómago, como cuando de niño jugaba con
buscar tesoros escondidos en la azotea del viejo cuartel de Ribes de Freser,
aquel pueblecito del Pirineo, al pié del Vall de Nuria, donde destinaron a mi
padre a mediados de los 80´s.
Y mira tú por
donde que me topé con esta novela.
La verdad es que,
a demás de por el precio, casi irrisorio, la compré guiado por los buenos
comentarios que había leído en las redes sociales, y porque en Kryptos, la
primera novela de Blas Ruiz Grau que llegó a mis manos, ya había leído algo de
Bruno Nievas, pues en este libro, cuyos beneficios van destinados íntegramente
a la ONG Educo para financiar becas de comedor para los que más lo necesitan, Bruno Nievas aportaba un capítulo íntegro, y tengo
que admitir que me gustó lo que leí.
Y bueno,
tengo que admitir que no sólo no me ha decepcionado, sino que me he llevado una
grata sorpresa tras terminar hoy, entre lágrimas, de leer Holocausto en
Manhattan.
Pero no me
malinterpretéis, que no se trata de un drama, pese a que hable de un drama, no
se trata de una novela romántica aunque esté escrita con mucho corazón y
cargada de sentimientos.
Es una novela
del holocausto, pero desde un punto de vista mucho más atractivo para aquellos
lectores a los que, como a mí, les gusta la acción, pues en ella hay acción a
raudales, vaya que si la hay.
Es una novela
de acción, pero desde un punto de vista mucho más atractivo para los amantes de
la novela histórica, pues narra sin tapujos los horrores del holocausto judío
de forma cruda y bastante realista y que hacen que el lector se sumerja en la
angustia y la desesperación de los campos de concentración de la Alemania nazi.
Haciendo uso
de una narrativa sorprendente, y una gran capacidad para ir trenzando historias
paralelas en dos líneas temporales distintas, sin descuidar ni un solo detalle,
para regalarnos una historia sólida y sorprendente, Bruno Nievas consigue
enganchar al lector desde la primera a la última página, sin que el ritmo
decaiga ni un ápice.
Es difícil
hablar de esta novela sin dar detalles y sin caer en la tentación de hablar
demasiado, de hablar de sus personajes, a los que llegas a coger cariño, a los
que llegas a odiar, y a los que llegas a temer, por lo que me limitaré, ya no a
recomendaros, sino a rogaros que lo leáis, y a dejaros el resumen que viene a continuación.
“Septiembre de 2010. Mike Brenner imparte una
clase en la universidad sobre ondas binaurales, un tema que le preocupa por las
graves adicciones que generan y que nadie parece estar detectando.
Poco antes, una camioneta de reparto está a
punto de caer al río Hudson. Su conductor logra evitar el accidente, salvando
así de una muerte segura a su familia, rehenes de unos tipos que quieren
asegurarse de que cumple con su misión: transportar una bomba atómica al centro
de Manhattan.
Febrero de 1944. Leon Yeser, un adolescente
judío, es separado de su madre y de su hermana pequeña nada más bajar de uno de
los «trenes de la muerte». Al intentar ayudarlas es brutalmente golpeado por un
soldado nazi, al que mira fijamente a los ojos. Entonces, algo sucede.
Poco después el nazi, tembloroso, llama a la
puerta del bloque 10 para pedirle ayuda a la única persona que puede entender
lo que acaba de sucederle: el doctor Josef Mengele.
Un thriller de acción trepidante y ritmo
vertiginoso, que te dejará sin aliento por la agilidad de su trama y las
impresionantes revelaciones que contiene.”
Espero que os guste tanto como a mí, eso si, no leáis las últimas 30 páginas en sitios públicos si no queréis pasarlo mal...