viernes, 31 de marzo de 2017

Literatura: Holocausto en Manhattan.



          
       

       Tras un tiempo parado, vuelvo a escribir una entrada en el blog, esta vez para comentar una novela que acabo de terminar, y que me ha parecido que merece la pena compartir con vosotros.


       Aún siento la presión en el estómago y el ligero escozor en los ojos fruto de las lagrimas contenidas tras leer las últimas líneas de Holocausto en Manhattan, la primera novela que leo de Bruno Nievas –pero no la última, de eso estoy seguro-, que adquirí hace casi un mes en El Corte Inglés de La Garena, casi por casualidad.

          Recuerdo que fue un día de esos que yo llamo grises, tras una semana cargada de trabajo, de esas semanas a las que llegas al fin de semana agotado, no tanto en lo físico, sino mentalmente, psicológicamente.

          Recuerdo que ese mismo martes acababa de asistir al estreno de “Inercia”, de Jesús Agudo, en el Bar La Pocha, cerca de Nuevos Ministerios, y todavía estaba impactado ante el gran trabajo que había visto.

          El corto está basado en un relato de Andrés Moreno, y pese a que me encantó, he de reconocer que me generó un torrente de sentimientos encontrados, dónde se mezclaban admiración por Andrés y Jesús, pero también envidia, envidia sana, por supuesto, pues siempre he querido escribir algo más que simples relatos, acompañados de asombro ante lo que acababa de ver, y un poquito de odio hacia mi mismo por no haber tenido la constancia suficiente para continuar con mis clases de teatro, vamos que me vino un síndrome premenstrual en toda regla, el cual, mezclado con la astenia primaveral, hizo que cayese en un pequeño bache anímico que me condujo a ir de compras ese sábado.

          Pero claro, ir de compras sin dinero es como el que tiene tos y se rasca, como suele decir nuestra guía práctica de dichos populares, y frustrado por no poder comprar nada, acabé deambulando por la sección de ofertas, concretamente una cesta donde había libros por 5,95€.

          Empecé a remover los libros, sin albergar esperanza alguna en encontrar un best-seller, pero también con ese hormigueo en el estómago, como cuando de niño jugaba con buscar tesoros escondidos en la azotea del viejo cuartel de Ribes de Freser, aquel pueblecito del Pirineo, al pié del Vall de Nuria, donde destinaron a mi padre a mediados de los 80´s.

          Y mira tú por donde que me topé con esta novela.

          La verdad es que, a demás de por el precio, casi irrisorio, la compré guiado por los buenos comentarios que había leído en las redes sociales, y porque en Kryptos, la primera novela de Blas Ruiz Grau que llegó a mis manos, ya había leído algo de Bruno Nievas, pues en este libro, cuyos beneficios van destinados íntegramente a la ONG Educo para financiar becas de comedor para los que más lo necesitan, Bruno Nievas aportaba un capítulo íntegro, y tengo que admitir que me gustó lo que leí.
   
          Y bueno, tengo que admitir que no sólo no me ha decepcionado, sino que me he llevado una grata sorpresa tras terminar hoy, entre lágrimas, de leer Holocausto en Manhattan.

          Pero no me malinterpretéis, que no se trata de un drama, pese a que hable de un drama, no se trata de una novela romántica aunque esté escrita con mucho corazón y cargada de sentimientos.

          Es una novela del holocausto, pero desde un punto de vista mucho más atractivo para aquellos lectores a los que, como a mí, les gusta la acción, pues en ella hay acción a raudales, vaya que si la hay.

          Es una novela de acción, pero desde un punto de vista mucho más atractivo para los amantes de la novela histórica, pues narra sin tapujos los horrores del holocausto judío de forma cruda y bastante realista y que hacen que el lector se sumerja en la angustia y la desesperación de los campos de concentración de la Alemania nazi.

          Haciendo uso de una narrativa sorprendente, y una gran capacidad para ir trenzando historias paralelas en dos líneas temporales distintas, sin descuidar ni un solo detalle, para regalarnos una historia sólida y sorprendente, Bruno Nievas consigue enganchar al lector desde la primera a la última página, sin que el ritmo decaiga ni un ápice.

          Es difícil hablar de esta novela sin dar detalles y sin caer en la tentación de hablar demasiado, de hablar de sus personajes, a los que llegas a coger cariño, a los que llegas a odiar, y a los que llegas a temer, por lo que me limitaré, ya no a recomendaros, sino a rogaros que lo leáis, y a dejaros el resumen que viene  a continuación.

          “Septiembre de 2010. Mike Brenner imparte una clase en la universidad sobre ondas binaurales, un tema que le preocupa por las graves adicciones que generan y que nadie parece estar detectando.

          Poco antes, una camioneta de reparto está a punto de caer al río Hudson. Su conductor logra evitar el accidente, salvando así de una muerte segura a su familia, rehenes de unos tipos que quieren asegurarse de que cumple con su misión: transportar una bomba atómica al centro de Manhattan.

          Febrero de 1944. Leon Yeser, un adolescente judío, es separado de su madre y de su hermana pequeña nada más bajar de uno de los «trenes de la muerte». Al intentar ayudarlas es brutalmente golpeado por un soldado nazi, al que mira fijamente a los ojos. Entonces, algo sucede.

          Poco después el nazi, tembloroso, llama a la puerta del bloque 10 para pedirle ayuda a la única persona que puede entender lo que acaba de sucederle: el doctor Josef Mengele.

          Un thriller de acción trepidante y ritmo vertiginoso, que te dejará sin aliento por la agilidad de su trama y las impresionantes revelaciones que contiene.


          Espero que os guste tanto como a mí, eso si, no leáis las últimas 30 páginas en sitios públicos si no queréis pasarlo mal...