Atrás quedaba un duro año
académico para Carmen, quien por fin había logrado alcanzar su sueño. Tras
conseguir la mejor nota su promoción, había sido premiada con la tan anhelada beca
que daba acceso a participar en las excavaciones de la Fase X en la sierra de
Atapuerca, junto a un nutrido grupo de experimentados paleontólogos, encabezados
por el Dr. Fonts.
De camino al complejo centro
de investigación, la joven recordó como siendo tan sólo una niña, quedó
cautivada con las historias de Lucy y Miguelón que le contaba su abuelo, quién
se encargó de plantar la semilla cuyo fruto había sido la tan trabajada
Matrícula de Honor en su Trabajo de Fin de Grado en Paleontología.
Tras una breve charla de
bienvenida, en la que el propio Fonts presentó a su mejor alumna al resto del
equipo, se apagaron las luces de la pequeña sala de reuniones y dio comienzo
una proyección en la que se detallaban los resultados de la última fase, y se
adelantaban los objetivos de la Fase X, la que, según palabras del Doctor,
sería la más ambiciosa de todas, pues si sus teorías eran exactas, estaban a punto
de demostrar que el Homo sapiens sapiens
había coexistido en la Sierra de Atapuerca con Miguelón, el Homo heidelbergensis hallado en
la Sima de los huesos, y que había sido datado con más de 600000 años de
antigüedad, y echar así por tierra todas las teorías de la evolución humana existentes
hasta la fecha.
Carmen conocía perfectamente
esta línea de investigación, pues había devorado todos los artículos
científicos en los que participaba el Doctor, y pese a que la idea le generaba gran
escepticismo, no puso ninguna objeción, al igual que el resto del equipo, y se
limitó a acariciar nerviosa su amuleto contra el mal de ojo en forma de puño.
-Ahora si me acompañáis, vayamos
a ver al huevo, pues esta mañana me han confirmado que ya está listo.
Un murmullo generalizado de
asombro fue creciendo entre los presentes y acompañó al grupo hasta la puerta
acorazada que protegía el acceso al nivel inferior.
La puerta se abrió con un
estruendo, y ante las miradas de asombro de los presentes se alzaba un enorme huevo
blanco del tamaño de un automóvil en el centro de una gran sala diáfana, en
cuya superficie se repartían de forma uniforme centenares de luces que parpadeaban
de forma aleatoria.
-Como al Doctor Ignacio no
le gusta que lo llame así, os presento formalmente al Proyecto X. – Anunció el
Doctor señalando a la estructura que se alzaba ante ellos -Técnicamente es algo
complicado de explicar, así que lo mejor será que vayamos al grano: se trata de
una máquina que nos permite viajar al pasado y poder comprobar in situ cómo
estaba este lugar hace seiscientos milenios.
Tras una breve pausa
mientras contemplaba las caras boquiabiertas de sus colaboradores añadió –
Tranquilos, ya habrá tiempo para las explicaciones. Carmen – dijo dirigiéndose
a la joven que lo miraba alucinada – como mi mejor alumna, tú serás la primera
en viajar conmigo en el hue…en el proyecto X.
Entre murmullos de protesta,
una puerta como salida de la nada se abrió en el huevo, y Carmen, que parecía
flotar, acompañó a Fonts a su interior, y tras ellos, la puerta se cerró tan
rápido como se había abierto.
Las luces que rodeaban la
estructura comenzaron a parpadear cada vez más rápido, hasta quedar todas ellas
encendidas y durante dos segundos el huevo se volatilizó ante los presentes,
para volver a aparecer cubierto de polvo y algo oxidado.
La puerta del huevo se abrió
de nuevo, y de él salió el Doctor Fonts con una maléfica sonrisa en su rostro.
-Vayamos fuera y os indicaré
el punto exacto donde planté la semilla
para empezar a excavar cuanto antes.- Dijo mientras saboreaba el prestigio que
conseguiría gracias al hallazgo de un esqueleto femenino de Homo Sapiens con
más de 600000 años de antigüedad, y acariciaba un amuleto en forma de puño que
llevaba en el bolsillo.