domingo, 1 de abril de 2018

La semilla de Atapuerca.





Atrás quedaba un duro año académico para Carmen, quien por fin había logrado alcanzar su sueño. Tras conseguir la mejor nota su promoción, había sido premiada con la tan anhelada beca que daba acceso a participar en las excavaciones de la Fase X en la sierra de Atapuerca, junto a un nutrido grupo de experimentados paleontólogos, encabezados por el Dr. Fonts.

De camino al complejo centro de investigación, la joven recordó como siendo tan sólo una niña, quedó cautivada con las historias de Lucy y Miguelón que le contaba su abuelo, quién se encargó de plantar la semilla cuyo fruto había sido la tan trabajada Matrícula de Honor en su Trabajo de Fin de Grado en Paleontología.

Tras una breve charla de bienvenida, en la que el propio Fonts presentó a su mejor alumna al resto del equipo, se apagaron las luces de la pequeña sala de reuniones y dio comienzo una proyección en la que se detallaban los resultados de la última fase, y se adelantaban los objetivos de la Fase X, la que, según palabras del Doctor, sería la más ambiciosa de todas, pues si sus teorías eran exactas, estaban a punto de demostrar que el Homo sapiens sapiens había coexistido en la Sierra de Atapuerca con  Miguelón, el Homo heidelbergensis hallado en la Sima de los huesos, y que había sido datado con más de 600000 años de antigüedad, y echar así por tierra todas las teorías de la evolución humana existentes hasta la fecha.

Carmen conocía perfectamente esta línea de investigación, pues había devorado todos los artículos científicos en los que participaba el Doctor, y pese a que la idea le generaba gran escepticismo, no puso ninguna objeción, al igual que el resto del equipo, y se limitó a acariciar nerviosa su amuleto contra el mal de ojo en forma de puño.

-Ahora si me acompañáis, vayamos a ver al huevo, pues esta mañana me han confirmado que ya está listo.

Un murmullo generalizado de asombro fue creciendo entre los presentes y acompañó al grupo hasta la puerta acorazada que protegía el acceso al nivel inferior.

La puerta se abrió con un estruendo, y ante las miradas de asombro de los presentes se alzaba un enorme huevo blanco del tamaño de un automóvil en el centro de una gran sala diáfana, en cuya superficie se repartían de forma uniforme centenares de luces que parpadeaban de forma aleatoria.

-Como al Doctor Ignacio no le gusta que lo llame así, os presento formalmente al Proyecto X. – Anunció el Doctor señalando a la estructura que se alzaba ante ellos -Técnicamente es algo complicado de explicar, así que lo mejor será que vayamos al grano: se trata de una máquina que nos permite viajar al pasado y poder comprobar in situ cómo estaba este lugar hace seiscientos milenios.

Tras una breve pausa mientras contemplaba las caras boquiabiertas de sus colaboradores añadió – Tranquilos, ya habrá tiempo para las explicaciones. Carmen – dijo dirigiéndose a la joven que lo miraba alucinada – como mi mejor alumna, tú serás la primera en viajar conmigo en el hue…en el proyecto X.

Entre murmullos de protesta, una puerta como salida de la nada se abrió en el huevo, y Carmen, que parecía flotar, acompañó a Fonts a su interior, y tras ellos, la puerta se cerró tan rápido como se había abierto.

Las luces que rodeaban la estructura comenzaron a parpadear cada vez más rápido, hasta quedar todas ellas encendidas y durante dos segundos el huevo se volatilizó ante los presentes, para volver a aparecer cubierto de polvo y algo oxidado.

La puerta del huevo se abrió de nuevo, y de él salió el Doctor Fonts con una maléfica sonrisa en su rostro.

-Vayamos fuera y os indicaré  el punto exacto donde planté la semilla para empezar a excavar cuanto antes.- Dijo mientras saboreaba el prestigio que conseguiría gracias al hallazgo de un esqueleto femenino de Homo Sapiens con más de 600000 años de antigüedad, y acariciaba un amuleto en forma de puño que llevaba en el bolsillo.